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La tercera revolución industrial y la información

enero de 2010

Los antiguos principios en la gestión están siendo revolucionados por las comunicaciones globales, que rompen estructuras y burocracias

 

En los últimos meses se han producido en España declaraciones y reacciones de asociaciones de internautas, blogueros, emprendedores, expertos en tecnologías y autores contra la legislación antidescargas del gobierno, también conocida como «ley Sinde».

Es el último síntoma de un movimiento que está transformando la distribución de contenidos y de paso, revolucionando a muchas empresas y sus modelos de negocio.

La publicación de contenidos en internet es LIBRE e internacional, no hay barreras para entrar en ese mercado donde triunfa la calidad.

Internet es un espacio donde un estudiante de sastrería se convierte para Time en uno de los 100 personajes más influyentes en diseño con un blog: The Sartorialist, donde muestra las fotografías de personas que se cruza y considera que visten de forma única en ciudades como Nueva York, Milán o París.

Internet es el medio donde el diseñador industrial Ora-Ïto empezó a crear la demanda antes que la oferta, creando artículos ficticios para Gucci, Louis Vuitton o Nike, y que lo han catapultado como el creador más buscado del planeta.

Internet es el medio donde cualquiera puede ver un vídeo de Lady Gaga sin publicidad, escuchar música en Rockola.fm sin descargar archivos ni utilizar redes P2P, o descubrir lo último en música house en Berlín gracias a Tom Clark.

El modelo de negocio basado en la copia es insostenible cuando la tecnología lo permite tener gratis. El modelo de negocio basado en la venta de la atención es insostenible en un medio activo. Ya lo señalaba en 1995 Negroponte en El mundo digital: «la competencia tiene que ver con kilobytes, no con kilogramos».

Competencia que viene incluso de empresas ajenas a la industria, como Apple, que entienden que no pueden vender aparatos ni software sin contenidos y han demostrado que sin piratear se puede ser en cinco años el distribuidor número uno de música en el mundo al vender cuatro mil millones de canciones con iTunes.

En otros casos se confunde a la competencia cuando por ejemplo los editores denuncian a Google. Deben desconocer que la presencia de sus contenidos en el buscador es voluntaria y no resta visitas, muy al contrario, seguramente le deben una buena parte del tráfico que reciben, además siempre es el usuario quien decide a dónde dirigirse para leer una información.

Los cambios se llevan mal, y actuar con miedo tiene un precio, pero muchos gobiernos y empresas con productos de fácil digitalización tienen que asumir que ya no tienen el monopolio en la creación, control, manipulación, imparcialidad, opinión o difusión de la información.

 

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